Diario del autoestopista estepario

El movimiento de la luz Que fragua la sombra Y a ella me encadeno Porque el Sol, Solo es un decorado perfecto, Pero yo veo  Tras la llama en tu mirada  La oscuridad que te proyecto, Convirtiendo en ceniza Tu verdad Porque en esta caverna, La luz Solo es una hoja plateada Desgarrando mi carne.

Por mi cordura vendí tu alma, Por el azul de un falso cielo Cosi tus labios Y olvidé el rasgar del boli y el papel. Divorcie mis manos de mis palabras Para evitar que lágrimas Corriesen una tinta Que ahora me ahoga. Tuve miedo del pozo Y ahora no encuentro la salida De una oscuridad reseca Que roba  La voz que te oculté.

Si cerrase los ojos Y entre el calor y las voces solo hubiera un blanco, Nada nuclear, Solo palabras de mentira y aún sinceras Incapaces de hablar sobre ti Sobre mí Sobre el reflejo del sol en tus ojos O la suave tela cubriendo tu piel. Porque no puedo hablar Sobre el escándalo de mis latidos  O Cuando se cierran sobre los míos Tus labios, Sin caer en lo mismo. En la pálida justicia  Que te hace la poesía.

La poesía es tomar mi mano Y en el hueco que forma con la tuya El latir de un corazón, No es mío el piano que vibra entre tus dedos Ni tuyo el violín que susurra contra mi palma. Es el dúo nacido de un cruce de miradas, La canción que baila enamorada De los versos que entrelaza tu aliento Estrellandose contra mis labios entreabiertos.

Un fondo blanco, Esperando ser escrito Y palabras que no llegan, Las frases en suspiros que campan Y retornan, Se retuerce cada letra Que se atasca en mi garganta, Paraliza mis manos Y el suspiro me susurra Que las lágrimas que acosan mis mejillas, Son palabras que se niegan A ser escritas. La impotencia tiene un nombre, Y la tinta cobra forma Que me ahoga y en sus ojos, Bañados en el otoño, Me gritan "No lo intentes" Y me veo en la tierra Y una losa de mármol a mis pies. No me ahogo, Las lágrimas liberan la impotencia, El fuego corroe, Me ahogo en tinta Y en el blanco del papel. No tiene mi nombre la escritura, No tiene poesía la locura, Detén mis manos Pero huyen y escriben, Yo no quiero Pero anhelo, Un sinsentido Dónde solo hay palabras Y versos inconexos Que ahorcan mi garganta, Que liberan el alma.

Abro los ojos y hay nada, Un espejo vacío Y una cama deshecha, Sangre en la pared y no, de eso no hay Pero si deseos desconchando una pintura En busca de gritos emparedados en una cárcel de cemento. Pero hay una puerta abierta Por la que el sol no entra Pero si el viento Que revuelve pelos en un sofá vacío Y me pregunto "¿Cuando?" Pero no lo hago porque Tras una cama deshecha Y un espejo vacío, Solo hay unos pies que se arrastran, Una boca Silente Y un fantasma esperando un amanecer que no llega.